Lo prometido es deuda. Vamos a desgranar en varios episodios la nueva exposición del Museo Arqueológico de Asturias. Empezamos por la Prehistoria.
El 75% de la primera planta está dedicada al discurso sobre la Prehistoria asturiana, desde el hallazgo más antiguo, un canto de Cabo Busto (Valdés) hasta el Asturiense Cantábrico. Como ya os indicamos en una entrada anterior, la concepción general es clásica, en el sentido de que en las vitrinas se ven muchas piezas.
La primera novedad es un amplio apartado que se dedica a la evolución climática, de las expecies de flora y fauna y su correlación con las especies de homínidos que habitaron Asturias en ese momento. Las escenas donde se pretende reflejar el paisaje son un poco planas y resulta un discurso tremendamente conceptual y abstracto. Destaca la presencia de huesos muy singulares y llamativos, como el hueso de Elephas de Buelna o varios dientes de oso.
El resto de la exposición es puramente arqueológica y está dominada por varios hitos que son claramente destacados dentro del discurso general. El primero es el citado canto de Cabo Busto, una pieza complicada, a la que se estima una antigüedad de 300.000 años por el contexto geológico en el que fue localizada y en la que se aprecian restos de haber sido utilizada para sacar lascas. Los hallazgos de Paredes (Siero) o de Llagú (Oviedo) completan este apartado.
La época de los neandertales resulta casi toda inédita y se muestra por primera vez. El hito de este momento es la escultura hiperrealista de una mujer neandertal, que permite comparar cómo eran nuestros primos y cómo somos nosotros. Una pena que la hayan tapado tanto porque no se puede ver bien la anchura del cuerpo o que eran más fornidos que nosotros, ni la proporción general del cuerpo (más bajos, más anchos, de pierna más corta). Las piezas inéditas de Llonín (Cabrales), la Cueva del Conde (Santo Adriano), la Viña (Oviedo) y sobre todo de El Sidrón (Piloña) nos permiten descubrir esta época hasta hoy casi desconocida.
El Paleolítico Superior siempre ha estado bien representado gracias a los hallazgos tan abundantes de este periodo. El museo actual recoge las mejores muestras recuperadas en los últimos años. Si hay que destacar una cueva, sin duda sería Las Caldas, cuyas piezas solutrenses quitan cualquier complejo que pudiera tener la Asturias paleolítica frente a Francia. En todo caso lo más atractivo es, sin duda, la industria en hueso magdaleniense, con auténticas joyitas provenientes de Tito Bustillo o Llonín que se suman la rica colección que ya mostraba el Museo antiguamente.
En un rincón muy especial se ha concentrado el arte mueble cantábrico de Asturias. En este apartado el experto en la materia puede llegar al éxtasis. Nunca se había mostrado tanto y tan bueno. Una vitrina de dos caras recoge las piezas decoradas por dos caras o de bulto redondo. En otras dos vitrinas se pueden ver las armas, los adornos y demás piezas decoradas con finos grabados geométricos o zoomorfos, e ir descubriendo los misterios que esconden.
El discurso paleolítico finaliza con una rica exposición de la industria aziliense y asturiense. La riqueza de La Cueva de Los Azules alcanza todo su esplendor en este apartado, donde destaca la recuperación del enterramiento de Los Azules, el enterramiento más antiguo localizado en Asturias. Para el Asturiense se ha podido contar, por primera vez, con piezas de la Cueva de Mazaculos, que completan la amplia nómina de picos asturienses recogidos por el Conde de la Vega del Sella.
Pero no todo es magia. Hay algunas cosas importantes y algunos detalles que se deberían haber tenido en cuenta o que se deberían corregir… Las más relevante son las cartelas. Al haber tantas piezas algunas generalizan demasiado indicando localizaciones como «cuevas de Asturias». Y el caso es que ha quedado sitio para poner más cartelas, o en la propia cartela para ubicar más denominaciones…
Fallitos de detalle se observan en el Aziliense. El sustrato sobre el que se han ubicado los huesos del enterramiento de Los Azules podría haber sido rojizo, para evocar el ocre sobre el que se localizaron estos huesos. Asimismo podría haberse separado mejor los arpones azilienses de la cuenca del Nalón y del Sella, con diferencias tipológicas obvias, o haberse separado los picos asturienses del Oriente de los del Cabo Peñas, también con claros matices materiales.
Con todo y con eso se puede afirmar que nos encontramos ante la mejor exposición de piezas paleolíticas de todo el norte Cantábrico. La exposición del Museo de Bilbao es más conceptual y didáctica, careciendo de semejante colección. La del Museo de Álava escasísima y nada didáctica. El Museo de Santander está cerrado. Y la exposición de piezas de Altamira es parca desde un punto de vista didáctico, recordando sus vitrinas a los museos decimonónicos.
Así que no hay duda. Disfrutemos del paleolítico asturiano y su fantástica exposición en Asturias.
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