El Museo Arqueológico Nacional de Nápoles está considerado uno de los mejores museos de Italia, lo cual es tanto como decir que se trata de uno de los mejores museos arqueológicos del mundo. Su origen se remonta al reinado de Fernando IV de Nápoles, monarca que en 1777 encargó al arquitecto Ferdinando Fuga la reforma del Palacio de los Estudios Reales -que hasta entonces servía de sede a la universidad-, con la finalidad de convertirlo en biblioteca y museo real.

En las décadas posteriores el edificio fue objeto de diversas reformas, ampliaciones y cambios de uso. En 1925 se habilitó una nueva sede para la biblioteca y en 1957 finalizó el proceso de vaciamiento de los fondos no arqueológicos, con el traslado de la colección de lienzos al palacio de Capodimonte. El año siguiente el gobierno italiano lo convierte en museo arqueológico nacional.
Su discurso expositivo sigue aún muy influenciado por la organización de las colecciones promovida por Fernando Orsi a principios del siglo XX, que en su tiempo resultó revolucionaria pero que a día de hoy evidentemente resulta obsoleta. De hecho está en curso un ambicioso programa de adecuación de las instalaciones y de reordenación de las colecciones que, crisis mediante, debería culminarse en los próximos años. Por este motivo no todas las colecciones son accesibles al público, aunque afortunadamente el museo no ha llegado a cerrar en ningún momento (a diferencia del Arqueológico Nacional de Madrid, por ejemplo).

De sus fondos hay que destacar en primer lugar la antigua colección de Isabel de Farnesio de escultura, que ocupa buena parte de la planta baja del museo y que está compuesta por un soberbio conjunto de piezas griegas, helenísticas y romanas. Se incluyen algunos ejemplos emblemáticos, como el conjunto recuperado de las termas de Caracalla de Roma por el papa Alejandro Farnesio (Pablo III) en 1546, en el que sobresalen el impresionante grupo conocido como El Toro -el de mayor tamaño de todos los conservados de la Antigüedad- y el Hércules Farnesio.

Pero lo que otorga identidad propia al Museo Arqueológico de Nápoles, además de fama universal, es sin duda el conjunto procedente de los yacimientos sepultados por la erupción del Vesubio del año 78 (Stabia, Herculano, Oplontis, Pompeya…), y particularmente la fabulosa colección de frescos, la más importante del mundo antiguo. Buena parte de estos materiales fueron recuperados durante las exploraciones promovidas por Carlos III de España. A ellos posteriormente se agregaron diversas donaciones y adquisiciones de fondos privados (colecciones de Stefano Borgia, Santangelo, Stevens, Spinelli…), así como materiales recuperados en actuaciones arqueológicas recientes.

En este momento buena parte de la estatuaria de Pompeya y Herculano no está expuesta al público, aunque el visitante no debe preocuparse, ya que tendrá suficiente para regalarse la vista. Podrá contemplar por ejemplo el archiconocido mosaico de la casa del Fauno, que reproduce la Batalla de Issos, que enfrentó a Alejandro Magno con Darío I, o la ya mencionada colección de frescos, cuya restauración finalizó en 2009 y que está integrada por más de 400 piezas. Entre las mismas se incluyen representaciones de los 2º, 3º y 4º estilos de la tipología de August Mau. La ausencia del 1er estilo tiene una justificación estética: al carecer de representaciones figuradas no suscitó suficiente interés en los primeros excavadores de Pompeya y Herculano, razón por la cual estos frescos no fueron arrancados y permanecen aún en su lugar de origen.

La nueva exposición pretende evocar los ambientes y situación en la que se disponían originariamente estos murales, por lo que varias salas están dedicadas monográficamente a las villas más importantes: Boscoreale, la Casa de los Dióscuros, la Casa de Meleagro… Las condiciones de exhibición son óptimas, otorgando el protagonismo de la iluminación a la luz natural convenientemente tamizada. Desgraciadamente la climatización de las salas parece que no es la más adecuada, por lo que los vigilantes tienen la mala costumbre de abrir las ventanas que dan al ruidoso y contaminado Nápoles.
Otra colección destacada es la conocida como del Gabinete Secreto, en la que se agrupan mosaicos, frescos, esculturas y piezas muebles que tienen como nexo de unión una temática de carácter erótico. Durante mucho tiempo su visita estuvo restringida y aún hoy en día los menores deben acceder acompañados por adultos. Asimismo no se deben pasar por alto las salas dedicadas al Nápoles antiguo, en las que se agrupan los materiales del antiguo yacimiento helenístico de Partenope, y en las que se exhibe una selección de piezas muebles de uso cotidiano: vidrios, bronces, vajillas de plata, piezas de hueso, etc… Tampoco conviene olvidarse de los espacios dedicados al material numismático, al mundo egipcio, la colección epigráfica…

En fin, todo un universo de piezas arqueológicas excepcionales, en el cual no tienen cabida el material de relleno, ni los audiovisuales y equipamientos interactivos, elementos que se tornan en imprescindibles en los museos arqueológicos que tienen poco que ofrecer. Esta riqueza y excepcionalidad son los factores que ha convertido al Museo Archeologico Nazionale di Napoli en uno de los museos más famosos del mundo y en un lugar de visita obligada para todos los amantes de la Antigüedad clásica.
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